lunes, 30 de junio de 2008

Una discoteca en completo silencio

No tengo nada que decir sobre esta idea, excepto que me parece preciosa. Una especie de trance colectivo. En completo silencio.

Silent Rave - Una Rave party en completo silencio

Tiene que ser un espectáculo increíble.

Más información en la Wikipedia: Silent Disco.

jueves, 26 de junio de 2008

¿Cómo es un kinky a los cuarenta?

Una de las muchas preguntas absurdas que me he hecho con mi mente calenturienta ha sido: ¿en qué se transforma un kinky cuando se hace mayor?

Donde dice kinky pueden ustedes poner calorro, garrulo, mascachapas, johnny y otros sinónimos adecuados.

Ya sabéis, esos niñatos con motos trucadas o coches tuneados, joyas de oro grandes de baja calidad, ir en chandal al Carrefour (sin dejar los oros, por supuesto)... No puedne andar por ahí con cuarenta años cambiando el tubo de escape de la moto y poniendo alerones a su Peugeot 106 patético. ¿Qué hacen entonces?

Dios me respondió esta pregunta con una demostración gráfica.

Estando en una calle que tiene un carril en cada sentido veo esperando en un semáforo en rojo un chico y una chica en una scooter, y un menda con su mujer y su churumbel detrás en un Mercedes grande y ostentoso. El tipo se baja del coche y empieza a gritarle que le va a dar una paliza, que se caga en su puta madre y que...

El chico y la chica en el scooter muertos de miedo y con cara de no entender nada.

El tipo termina su bronca, se monta en el coche junto a su emperifollada mujer de complicado moño, rabillo del ojo bien señalado y notable maquillaje, y con su hijo pequeño en el asiento de atrás, callado y con los ojos muy abiertos, aprendiendo de su sabio padre cómo se solucionan los conflictos con los demás.

El tipo pisó acelerador, se hizo unos cuantos metros por en medio de la calle invadiendo el carril contrario y torciendo por una callejuela más o menos como en la película "Ronin".

Quince minutos después encontré a la parejita de la moto parados en una gasolinera, todavía muertos de miedo y ella a punto de llorar.

Así supe en qué se transforma un kinky cuando pasa de los 40.

martes, 24 de junio de 2008

Una vez dormí en un cajero automático

Esto ocurrió el lunes tras el domingo de resurrección de 1999. Resulta que hubo una huelga en el aeropuerto de Melilla, así que mi vuelo a Málaga salió tarde. Exactamente lo suficientemente tarde como para perder todos los trenes y los autobuses a Granada. Así que me quedé tirado en Málaga, y sólo podía llamar... a nadie. Nadie que conociera estaba en Málaga en ese momento.

El primer autobús a Granada salía a las siete de la mañana. Sólo tenía que aguantar nueve horas, y todavía no había cenado. Eso me permitía quitarme dos con facilidad. Por otra parte, tendría que desayunar y comprar el billete, lo que me solucionaba otra hora. Eso me dejaba seis. No podía ser tan difícil.

Primer descubrimiento crítico: la estación de autobuses de Málaga no abre 24 horas. La estación de tren tampoco. Unos guardias de seguridad me pidieron amablemente que me fuera a la puta calle. Los hostales estaban todos completos (o mi pinta era tan mala que ni en los hostales de mala muerte querían saber de mí). Quedaban habitaciones en un hotel cercano, pero a precio de hotel. Yo era un pobre estudiante. No me daba la gana jugar el comodín "papá", es decir, pedirle el dinero más tarde. No iba a preocupar a mis padres si no era absolutamente necesario.

Sólo me quedaban los cajeros automáticos.

Así que busqué un cajero automático, y, para darle más emoción al asunto, el primero que encontré estaba ocupado. La puerta del cajero (un BBV, lo recuerdo perfectamente) se abrió y salió un mendigo lavado y afeitado por última vez en 1989 que caminó tres pasos tras la puerta, se bajó la bragueta, meó allí mismo en medio de la calle (y cuando digo en medio quiero decir a 1/2 exacto de ambos bordes de la acera) y se metió de nuevo en su cajero.

O sea, no sólo iba a tener que dormir en un cajero, sino que iba a tener que andar por ahí hasta encontrar uno libre.

El segundo que encontré, un Argentaria, estaba libre. Era una cristalera enorme, hacía esquina y el cajero estaba empotrado, así que no había dónde esconderse. Estaba muy pero que muy bien iluminado, es decir, iba a ser visible desde la calle, los coches que pasaran, etcétera. Además, el pestillo era una mierda. Mi gato lo habría echado abajo a poco que se esforzase.

Pero era lo que había. En fin...

Puse papeles de folletos de propaganda y periódicos en el suelo, me tapé con mi propia ropa y cerré los ojos.

Y pasaban coches. Y transeúntes. Y más coches. Y más transeúntes. Y una madrugada de lunes a martes en Málaga resulta que es de un concurrido que te peich. Y de todo corazón he de decir que... ¡se podrían haber ido todos a la mierda! Una señora, acompañada de su presunta hija de más-o-menos trece años llamó a la puerta y me preguntó si era norteamericano. Yo le contesté, hablando un castellano bastante mejor que el suyo, que no. Y la señora siguió insistiendo. Entonces, en un momento brillante, su hija intervino diciendo: "mamá, ¿no ves que habla en español?".

Otro gran momento: un tipo debía necesitar dinero urgentemente. Aporreó la puerta y aporreó la puerta. Gritaba y gritaba que abriera de una puta vez, que quería sacar dinero.

Mientras tanto, yo me negaba a moverme y pensaba: "voy a morir".

En estas cosas gana el más paliza, así que lo miré, vi que había una chica con él. Apliqué dos estereotipos a la vez, pinta + mujer, los dos me dieron como resultado: "no vas a morir", así que abrí. El tipo sacó dinero, y antes de largarse, se dirigió a mí y me preguntó: "¿Te has quedado en la puta calle?". Le dije que sí, me dio la mano y me dijo: "que tengas suerte".

Y se largaron.

Después de eso, todo fue pasar miedo, dormir mal y esperar.

miércoles, 18 de junio de 2008

El fútbol es un deporte de animales (y tengo datos que lo demuestran)

El fútbol es un deporte de animales y tengo la prueba en mis manos.

Un antiguo cliente mío, la federación de Granada de voleibol, me enviaba documentos para que actualizara su web. Una vez, por no se qué extraño error, llegó a mis manos las actas de sanción de todas las competiciones del Patronato de Deportes de Granada de esa semana.

Sanciones disciplinarias de una semana, todas las competiciones. Fútbol, baloncesto, tenis, voleibol...

Siete páginas.

Todas las sanciones eran de fútbol.

Y a partir de la página 2, todas eran sanciones a adultos.

"Golpear a un contrario"
"Amenazar a un árbitro"
"Insultar y amenazar..."
"Juego violento"
"Enfrentamientos con el banquillo del equipo contrario"
"Golpear a un árbitro"

Había más violencia en una sola jornada de fútbol que en los cuatro años que he sido entrenador de voleibol.

Niños de ocho años que se lian a patadas con niños del equipo contrario y adultos que golpean al árbitro durante el partido.

Eso es el fútbol. Eso es el deporte rey. Eso es el espectáculo con mayor audiencia de España. Siete páginas de sanciones en una semana. Todo adultos a partir de la página 2.

Ahora es cuando los forofos del fútbol quieren insultarme por esto que estoy diciendo, van a darle a "comentar" y descubren que he desactivado los comentarios.

jueves, 12 de junio de 2008

La vieja ha muerto (un poema cruel)



La vieja ha muerto.

¡Lo que se ha hecho esperar!
Por fin podemos estar juntos.
¡Qué buenos ratos nos esperan!

Ya sólo nos separa esta jaula de la que no puedes salir.
No sé si sentarme aquí y verte desmayarte de hambre y de sed,
o romper ahora tus huesos de un solo mordisco.

A ver si ahora tienes ganas de llamarme "lindo gatito",
maldita rata voladora amarilla de los...

viernes, 6 de junio de 2008

Con mentalidad de pobre

Estoy hecho con mentalidad de pobre. Tengo pruebas.

En octubre del 2005 yo sólo tenía dinero para una cosa: o pagar el alquiler del piso compartido o dejar de comer a partir del día 21 de ese mes. Ambas cosas no podían ser. Recuerdo la fecha exacta, y como soy un buen contable, sabía exactamente lo que me gastaba en comer a la semana. Esa era mi situación.

Pero trabajaba. ¡Joder que si trabajaba! ¡Como un cabrón! Trabajaba por la mañana, por la tarde y casi por la noche. Todo lo que hacía era para ganar dinero.

Ah, pero entonces, ¿ganaba dinero? No, hombre, no, trabajar y ganar dinero son cosas distintas. ¿Cómo va a ser lo mismo?

Yo trabajaba, pero cobraba tarde. Todo el mundo me pagaba tarde. Mi cliente más gordo, la Universidad de Granada, me debía unos cincomil eurazos de nada por un montón de cosas que había hecho como seis meses antes. Por aquel entonces yo pensaba, de todo corazón, que se podían ir un poco a la mierda. La Universidad me debía cincomil euros y yo tenía que elegir entre tener donde dormir o tener para comer.

Su puta madre.

Yo consultaba el Oráculo (4B) todos los días, y su previsión de futuro era cada vez mas negra. Siempre era la misma rutina. Yo entregaba la tarjeta al Oráculo, marcaba mis números sagrados, pedía consejo, el Oráculo me respondía con un papel lleno de números que no tenían nada de sagrado, aunque también eran míos, y yo pensaba "me cago en su puta madre de todos los cabrones de la universidad, que sólo me quedan XX euros en la cuenta".

Y entonces llegó el día en que los números que no tenían nada de sagrado, en vez de XX euros, eran XXXX. Pero yo no me di cuenta. Yo volví a lo de siempre, y me dije, "me cago en su puta madre de todos los cabrones de la universidad, que sólo me quedan 5500 euros en la cuenta".

¡COÑO!

Tardé en darme cuenta de lo gorda que era la cifra. Me habían pagado. Todo. De golpe. Y no me di cuenta a la primera. Estaba tan acostumbrado a ver mi cuenta asfixiada que cuando ví una cifra gorda en mi cuenta bancaria no la entendí. Estaba tan acostumbrado a ser pobre que ni siquiera era capaz de leer bien a la primera una cantidad tan grande.

Hay que joderse.